Papa dice que la paz se construye con señales diarias

24 mayo de 2014


Bergoglio aterrizó en el aeropuerto "Queen Alia" de Jordania siguiendo los pasos de Pablo VI, y ya en la primera intervención satisfizo a aquellos que esperaban una declaración sobre los conflictos que atribulan esta región.

En un discurso junto a su anfitrión, el rey Abdala II de Jordania, el pontífice pidió una resolución urgente para la guerra civil en Siria y una solución justa para el enfrentamiento entre israelíes y palestinos.

Después, en la homilía que pronunció ante 30 mil entregados fieles en el estadio de Ammán, desarrolló un paso más su idea: "La paz ni se compra ni se vende, es cuestión de gestos", aseveró Bergoglio.

"Es un don" que debemos "construir mediante gestos grandes y pequeños en nuestra vida cotidiana", agregó el papa, flanqueado en el escenario por grandes fotografías de dos de sus predecesores, Juan XXIII o Juan Pablo II.

Bergoglio había compartido escenario con el propio monarca, que le acompañó, junto a la reina Rania, durante el recorrido, y de los que solo se despidió con un cálido apretón de manos en el sitio bautismal de Magtha.

Allí, bajo un anaranjado atardecer, oró de pie a orillas del Jordan y bendijo las aguas como hicieran Juan Pablo II y Benedicto XVI.

"El trabajar para una solución política a la crisis siria y alcanzar una solución justa al conflicto israelo-palestino se ha convertido en una cuestión necesaria y urgente al mismo tiempo", declaró en su primer discurso.

Acto seguido, lamentó la triste situación en la que viven los refugiados sirios, palestinos e iraquíes, renovó el compromiso de ayuda de la iglesia Católica y agradeció el esfuerzo de Jordania, para quien reclamó mayor ayuda internacional.

"Este país acoge generosamente a una gran cantidad de refugiados palestinos, iraquíes y de otras zonas en crisis, en especial de la vecina Siria, destruida por un conflicto que está durando demasiado tiempo. Esta acogida merece el reconocimiento y la ayuda de la comunidad internacional", afirmó.

Con el mismo espíritu de concordia, el monarca hacehemí tendió la mano al pontífice y le ofreció su colaboración para convencer a los líderes israelíes y palestinos de que den los "valientes pasos que se necesitan para la paz".

"Es necesario también su contribución para ayudar a palestinos e israelíes a hallar una solución a su largo conflicto. La actual situación se caracteriza por la ausencia de derechos palestinos, el miedo al otro y un cambio que lleva a la destrucción mutua y no al respeto. Juntos podemos ayudar a los líderes", afirmó.

Casi al anochecer, Bergoglio llegó a Betania, donde volvió a hacer gala de su discurso más combativo.

Declaró que las raíces del mal se hallan en el odio y la codicia y atacó a aquellos que se lucran con la guerra a través de la fabricación y el comercio de armas.

Informe propiedad de EFE


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