Los venezolanos sienten que viven en el país más peligroso de todo el mundo, una conclusión a la que arriba el estudio sobre percepción ciudadana de la empresa Gallup.
Según el Observatorio Venezolano de Violencia, en 2017 hubo cerca de 27.000 asesinatos, de los cuales más de 5.000 se produjeron por resistencia a las fuerzas de seguridad. A su vez, un 20% de la población fue víctima de la delincuencia.
Gallup ubica a Venezuela al final de los índices de seguridad incluso por debajo de Afganistán, que en 2017 registró los peores números respecto a víctimas civiles en atentados, según Naciones Unidas.
Datos
Solamente un 17% de los venezolanos sienten que pueden salir solos durante la noche frente, a un 20% de afganos, un 40% de mexicanos y un 42% de colombianos que tienen esa percepción. Una impresión que ha empeorado para los venezolanos ya que en 2007, era un 44% de ciudadanos quienes tenían esa sensación.
Un 24% de ciudadanos confía en las fuerzas de seguridad, la Policía o la Guardia Nacional Bolivariana. En América Latina la media es del 42%.
Por otra parte, el 42% sufrió un robo en los últimos 12 meses, índice que solo supera Afganistán, Uganda y Sudán, mientras que un 23% una agresión.
El estudio de la firma estadounidense Gallup, que fue dado a conocer el jueves, se elabora en base a una encuesta realizada en 140 países.
Países como Singapur, Noruega e Islandia encabezan la lista, mientras que Venezuela, con una crisis sin precedentes, la cierra, por debajo de Afganistán, Sudán, Gabón y Liberia.
En esta clasificiación, México es el segundo país latinoamericano, seguido por República Dominicana, Bolivia, Argentina, Perú, Brasil y Colombia.
Los países de la región se ubican lejos de una Venezuela en las que las estadísticas sobre la percepción de inseguridad de sus habitantes surgen frente a la deriva de las instituciones.
Caracas, es una de las 50 ciudades más violentas de acuerdo al último análisis del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal.
En Venezuela es difícil acceder a cifras oficiales ya que casi no existen, y las proporcionadas por el Gobierno se contradicen con las que entregan diferentes ONG o ámbitos opositores.
Fuente: El País de Madrid