La empresa láctea Calcar comunicó a la Cámara de la Industria Láctea del Uruguay (CILU) que su cierre es una “decisión tomada” y que “no hay marcha atrás”. Así lo confirmó el secretario ejecutivo de la cámara, Ariel Londinsky, quien sostuvo que la situación refleja una “fragilidad” en algunas empresas del sector.
La última planta en funcionamiento, ubicada en la localidad coloniense de Tarariras, cesará sus actividades en estos días, lo que dejará sin empleo a unas 80 personas.
A eso se suman los trabajadores que ya habían quedado cesantes en 2023, cuando se cerró la planta de Carmelo, en total, más de un centenar de personas perdieron su fuente laboral por el cierre de Calcar.
Según explicó Londinsky en entrevista con Telemundo, la empresa enfrentaba “dificultades desde hace tiempo, de disminución de la cantidad de leche que recibía y financieras, una situación multifactorial”.
A pesar de los esfuerzos para sostener su funcionamiento, incluyendo reestructuras y apoyos del Fondo de Reconversión de la Industria Láctea, la cooperativa no logró revertir la crisis.
El dirigente aseguró que la situación de Calcar “enciende otras alarmas” dentro del sector, ya que “algunas empresas tienen situaciones muy delicadas”.
Aclaró, sin embargo, que “la fragilidad es de algunas empresas, no generalizada del sector lácteo”, al tiempo que subrayó la heterogeneidad de las realidades productivas dentro de la industria.
Consultado sobre una eventual continuidad de la planta en manos de los trabajadores, Londinsky fue tajante: “No es un escenario que esté sobre la mesa, no lo veo en una situación factible en este momento, sería un proyecto a largo plazo”.
También reconoció el derecho de los trabajadores a adoptar medidas sindicales, aunque consideró que esas acciones no resuelven los problemas estructurales del sector.
Finalmente, indicó que se están buscando soluciones junto al Gobierno y al Instituto Nacional de la Leche (INALE).
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