Un futuro sin mayorías absolutas

26 octubre de 2012


Pero, más allá de esas contradicciones, nos interesa rescatar un concepto en particular que tiene que ver con las perspectivas políticas para el próximo período de gobierno. El Presidente Mujica señaló que en el futuro no habrá más mayorías parlamentarias, por lo que la necesidad de acuerdos y entendimientos será aun más necesaria y urgente.

Efectivamente, todos los analistas coinciden con el Presidente con respecto a que muy difícilmente el próximo gobierno cuente con mayorías absolutas propias. Es más, si miramos la historia de nuestro país, las mayorías parlamentarias a favor de un solo partido no han sido frecuentes, incluso en épocas del bipartidismo consolidado.

Sólo en los años cincuenta, en pleno apogeo del modelo batllista y del Uruguay campeón del mundo, el Partido Colorado en las épocas del neobatllismo, alcanzó en tres oportunidades la mayoría absoluta en las dos Cámaras.

Desde el retorno a la democracia hasta el triunfo del Frente Amplio en 2004 ningún partido ni siquiera había estado cerca de alcanzar la mayoría parlamentaria. Los partidos ganadores no habían superado la barrera del 40% e, incluso en algunos casos, llegaron a triunfar apenas con el apoyo de un tercio del electorado (en 1994 y 1999).

Pero ahora vamos a cumplir diez años de mayoría absoluta del Frente Amplio y definitivamente el balance no es positivo. Con independencia de la opinión que cada uno tenga sobre las gestiones de gobierno, no es positivo para un partido contar con mayoría propia en el Parlamento porque se generan reflejos de omnipotencia y, además, las luchas internas dentro del partido ganan terreno en la medida que las decisiones principales del país quedan reducidas a las decisiones del propio partido.

La disciplina partidaria se ha convertido en la regla maestra para resolver varios asuntos complejos e n los que ha habido posiciones contrapuestas dentro del propio partido de gobierno.

En tales circunstancias, aquellos sectores que dominan el aparato militante del Frente Amplio pueden imponerle a los demás, su posición, con independencia de los votos ciudadanos que cada grupo tenga detrás.

La mayoría absoluta garantiza a los sectores más militantes la suma del poder público, en forma indirecta a través del control de los órganos de conducción interna del partido.

Pero, además, la mayoría absoluta no promueve el diálogo interpartidario, en la medida que no es necesario para la toma de decisiones. Es cierto que el Presidente Mujica apostó a los acuerdos multipartidarios y a la coparticipación en los entes y servicios del Estado, lo que debe ser destacado como un gesto político pluralista; pero la lógica de las mayorías parlamentarias permite que un partido pueda resolver por sí y ante sí, sobre todos los temas nacionales de manera unilateral.

La ciudadanía ha tomado debida nota de la importancia de fortalecer el pluralismo. Es por ello que, finalizado el viejo bipartidismo, no se ha restaurado un nuevo bipartidismo, sino que se ha constituido un sistema de partidos plural con la presencia de cuatro partidos con representación parlamentaria. En una estructura de partidos como la nuestra es importante la distribución plural de los apoyos ciudadanos.

Todos tenemos que prepararnos para volver a los tiempos en los que ningún partido puede gobernar solo.

En primer lugar, debe prepararse el partido y el ciudadano al que le toque gobernar en el próximo período; para aprender a jugar el juego de la construcción de coaliciones que se sustenten en acuerdos estables y amplios, para lo cual será necesario asumir que es imprescindible negociar y aceptar que las orientaciones de gobierno deban compatibilizar y tomar en consideración a las diversas posiciones.

En segundo lugar, deben prepararse aquellos partidos que no habrán ganado el gobierno pero que serán decisivos para conformar mayorías gubernamentales; para aprender a acompañar un gobierno ajeno sabiendo decir sí y sabiendo decir no ante las diferentes circunstancias que se presenten.

Nosotros, que estamos en una posición particularmente crucial porque tenemos fronteras y cercanías con sectores y posibles candidatos de algunos de los otros partidos, tenemos plena conciencia de que se acercan estos tiempos y estamos trabajando en la elaboración de propuestas e ideas para jugar un papel estratégico en la definición de los contenidos de las políticas públicas de los próximos años.

El tiempo de las mayorías absolutas se acaba y se acerca el tiempo de los acuerdos y las coaliciones de gobierno.

Esta nueva lógica ayudará, además, a que las posturas más extremas de uno y otro campo político e ideológico pierdan protagonismo y que las posiciones sensatas, más responsables, tolerantes y maduras se conviertan en posiciones dominantes.

No hay duda de que esta evolución de la política uruguaya constituye una muy buena noticia para el futuro de nuestro país. Para ello estamos trabajando.

Pablo Mieres


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