Noche de Brujas: Los destinos más aterradores

31 octubre de 2012


Amityville Nueva York (EEUU)

Pocas lugares dan tanto miedo como la casa del 112 de Ocean Avenue en Amityville, Nueva York. La madrugada del 15 de noviembre de 1974, el hijo mayor de la familia DeFeo, de 17 años, mató en ella a sus padres y a sus cuatro hermanos con un rifle.

En su confesión a la policía, declaró que unas voces procedentes de la casa le habían empujado a hacerlo. Fue condenado a 25 años de prisión. Menos de un mes después de los asesinatos el matrimonio formado por George y Kathy Lutz se mudó, junto con sus tres hijos, de 13, 11 y nueve años, al lugar donde había ocurrido la masacre.

La casa, “de estilo colonial holandés" se vendía a un precio insólitamente bajo. Lo que no decía es que allí habían matado a una familia. Ni que estaba construida sobre un antiguo cementerio indio.

Según contaron después, desde su llegada sintieron una presencia extraña: primero fueron los ruidos; después comenzaron a aparecer manchas en las paredes y malos olores, y las ventanas se abrían y cerraban solas.

La situación inspiró al periodista Jay Anson que publicó en 1979 la novela Horror en Amityville, a la que siguió una saga de nueve películas.

Raynham Hall Norfolk (Inglaterra)

Lady Dorothy "Dolly" Walpole (1686-1726), vizcondesa de Townshend, es la Paris Hilton de los fantasmas, un espectro digno de aparecer en Hola.  Una “chiquilla de una belleza excepcional que sabía usar a la perfección”, según su contemporánea la escritora y viajera Mary Wortley Montagu, a la que el éxito en el papel cuché le llegó cuando llevaba 200 años muerta.

El 19 de septiembre de 1936, dos fotógrafos londinenses, Hubert C. Provand e Indra Shira, viajaron hasta el condado de Norfolk (Inglaterra) con el encargo de hacer un reportaje de Raynham Hall, la mansión solariega de los vizcondes de Townshend, para la popular revista Country Life.

Cuando se disponían a fotografiar los pisos superiores, Indra Shira creyó ver en la gran escalera de roble “una forma vaporosa que gradualmente fue adoptando el aspecto de una mujer”; como buen fotógrafo, disparó su cámara antes de pararse a pensar; al revelar la placa apareció una rara imagen.

Silent Hill Pensilvania (EEUU)

Algunos lo pueden conocer por los videojuegos de Konami; otros por las películas, o los cómics. Silent Hill, la colina silenciosa.

Christopher Gans y Roger Avary, los guionistas de la saga sobre este pueblo fantasma donde siempre hay niebla y suceden cosas extrañas, se inspiraron en la historia real de Centralia, una pequeña ciudad minera de Pensilvania fundada en 1841 alrededor de una mina de carbón.

El 27 de mayo de 1962, mientras un equipo de limpiadores quemaba residuos en el basurero, una veta de más de 13 kilómetros de largo prendió fuego. El incendio se propagó rápidamente por la superficie y el subsuelo devorando las entrañas del pueblo.

Aunque los fuegos exteriores fueron controlados por los bomberos, bajo tierra sigue activo. Y los ingenieros de minas calculan que podría seguir ardiendo al menos durante otros 250 años más. Las emanaciones tóxicas obligaron a desalojar Centralia en 1984 y a reubicar a los vecinos en otros lugares. Todd Domboski, un chico de 12 años, murió al caer por una grieta que se abrió de repente bajo sus pies. Dicen que aun se le ve por allí, paseando por la carretera, entre la niebla.

Torre de Londres (Reino unido)

En sus casi mil años de existencia, la Torre de Londres ha sido palacio real, fortaleza, casa de la moneda, arsenal, zoológico y sala del tesoro, pero sobre todo, prisión de los enemigos de la Corona y lugar de ejecuciones.

En la explanada de Tower Green (a los plebeyos los ahorcaban, destripaban o degollaban fuera de la Torre, en la vecina Tower Hill), fueron decapitadas siete personas, entre ellas, tres reinas de Inglaterra, Ana Bolena y Catalina Howard, esposas de Enrique VIII, y lady Jane Grey. También perdió allí la cabeza Thomas More (Tomás Moro), por quisquilloso.

En la Bloody Tower, la Torre Sangrienta, el infame Ricardo de Gloucester, futuro Ricardo III, se deshizo de sus dos sobrinos, Eduardo V y su hermano Ricardo de Shrewsbury, duque de York, de 12 y nueve años, respectivamente. Algunos turistas dicen haberlos visto, al igual que al fantasma de Ana Bolena, que suele pasear por allí con la cabeza bajo el brazo, como si fuese un bolso y hasta hay filmaciones.


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