Más impuestos o menos y mejor gasto público

24 agosto de 2013


La pregunta es si esa es la opción más acertada para fomentar la continuidad del crecimiento de nuestra economía, porque continuar en esa línea traerá consecuencias sobre las decisiones de inversión y, por lo tanto, sobre la continuidad del crecimiento.

La cuestión viene a cuento porque parece bastante claro que el debate en el gobierno no está situado en si es necesario o no gastar más, sino de dónde y de qué manera extraen los nuevos recursos que piensan gastar. En definitiva, nuevamente “la cuerda se rompe por el lado más débil”, es más fácil recaudar más que gastar menos o mejor.

Este es el drama de los últimos años. El incremento del gasto público ha sido impresionante, particularmente el componente aplicado al gasto social. Si se observa el incremento en salud, educación y políticas dirigidas a la población en situación de pobreza se concluirá que ha existido un enorme incremento de recursos destinados a esas areas del gobierno.

Sin embargo, los resultados han sido extremadamente exiguos, por no decir francamente malos o, en algún sentido, directamente inexistentes. En educación y la salud cada vez se gasta más y la situación es cada vez peor. Los indicadores en materia educativa, lejos de mejorar se han ido deteriorando cada vez más y la calidad de la atención de la salud ha disminuido sustancialmente a pesar de que todos los uruguayos cada vez pagamos más por ella.

En lo que refiere a los programas sociales dirigidos a la población en situación de pobreza o indigencia, si bien se han logrado reducir  las cifras de pobreza e indigencia, medida en función de ingresos; nadie puede dudar que seguimos teniendo un gravísimo problema de crisis de la integración social, lo que prueba que el impacto de las políticas sociales no ha tenido el resultado que debe reclamarse a políticas sociales bien diseñadas.

La sensación más fuerte es que todos los días desde el MIDES se inventa un nuevo programa social, sin criterio general ni como parte de un plan estratégico bien diseñado. Más bien se observa un panorama de lanzar iniciativas sucesivas, inconexas, puntuales y en su casi totalidad con un fuerte contenido asistencialista, incapaces de generar transformaciones culturales que hagan posible los procesos profundos de reintegración o recomposición del tejido social.

Es más, si el país tuviera la posibilidad de aumentar sustancialmente el gasto público, seguramente una buena parte de esos rubros deberían orientarse a la inversión en infraestructura y desarrollo de la base física (red vial, infraestructura logística, vías férreas, etc) que, a esta altura, se está convirtiendo en un amenazante límite para la potencialidad del desarrollo productivo de nuestro país.

Entonces, ¿cuál es la lógica de que el gobierno esté embarcado otra vez en debatir cómo se van a aumentar los impuestos?

Durante toda esta etapa de excepcional crecimiento de nuestra economía, el gobierno gastó todo lo que se creció y más aun, al punto de tener actualmente un nivel de déficit fiscal que no es entendible para los niveles de crecimiento alcanzados.

Sin embargo, en el gobierno (aunque algunos lo reconocen pero callan) no se discute sobre la calidad del gasto público social. Todos saben que el aumento del gasto social se parece a echar plata en un barril sin fondo; todos deberían reclamar resultados y mejoras en los indicadores antes de acordar seguir sumando recursos de manera irracional.

Pero no. Es más fácil, sobre todo cuando estamos a un año de las elecciones, evitar la discusión de fondo, la que duele y deja en evidencia la impresionante ineptitud de diversas areas del Estado y se prefiere debatir sobre si se elimina la devolución del FONASA o se aumentan las tasas de IRPF de los sectores de mayores niveles de ingresos. Como dijo el Ministro si hay devolución del FONASA es porque hay sectores de la población que ganan muy bien y, por lo tanto, pueden soportar mayores niveles de carga tributaria.

La idea es sencilla, en vez de eliminar la devolución del FONASA, que dejaría muy mal parado al propio Ministro porque estaría en contradicción con los fundamentos que él mismo expresó para explicar por qué se devolvía el excedente del aporte al FONASA y porque además lloverían las acciones de inconstitucionalidad, se aumentan las tasas de IRPF y no existe ninguna chance de cuestionamiento jurídico; simplemente se aumentó la presión tributaria sobre un sector de la población y, entonces, se reducirán en proporción los montos de devolución del FONASA.

Sencillo y simple. Nada más que de esta forma se elude el verdadero problema, que no es cuánto ganan los que tienen mayores ingresos, sino por qué el Estado gasta fortunas en diversos sectores sociales sin obtener ningún tipo de resultado positivo.

¿Alguien tiene dudas de que este nuevo incremento de la recaudación terminará destinándose a un nuevo programa de los “n” programas del MIDES, cuyo resultado “brilla por su ausencia”?

Este es el verdadero problema de fondo que el gobierno obvia asumir y discutir aprovechando la bonanza de estos años. Lo del principio, es más fácil aumentar impuestos a los que tienen más para gastar más y peor, que exigir una imprescindible mejora en la calidad del gasto.

Por Pablo Mieres


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