Los problemas de las mayorías absolutas

20 octubre de 2013


Por eso la reflexión sobre los problemas que genera la mayoría absoluta de un solo partido va dirigida al ciudadano que es quien, el año próximo determinará si mantendrá un mandato mayoritario a favor del Frente Amplio.

La mayoría absoluta no le hace bien al funcionamiento democrático porque provoca la gestación de un sentimiento de omnipotencia y soberbia en el partido que recibe tal mandato mayoritario. Si, además, ese partido recibe tal respaldo por más de un período, los sentimientos de ausencia de límites se potencian aumentándose al extremo.

Pero, además, más allá del efecto psicológico que esta circunstancia genera en la conducción del partido mayoritario, la existencia de una mayoría absoluta produce efectos bien concretos en el funcionamiento de la vida democrática.

Por otra parte, la mayoría absoluta de la que ha disfrutado el Frente Amplio ha estado acompañada de una concepción extrema de disciplina partidaria que este partido ha ejercido a rajatabla aumentando la rigidez de un Parlamento dominado por un solo partido que es, además, el que ejerce la conducción del Poder Ejecutivo.

La mayoría absoluta ha permitido, acompañada de la disciplina partidaria, que se aprueben normas legislativas que inconstitucionales. De hecho, en lo que va de este período de gobierno deben contabilizarse cuatro o cinco leyes aprobadas por el partido mayoritario que eran evidentemente violatorias del orden constitucional; dos de ellas de particular relieve político como el intento de anulación de la ley de caducidad y el impuesto a la concentración de la tierra.

Más de un legislador del partido de gobierno tenía conciencia de que estaba votando una norma inconstitucional, pero como para muchos en el Frente Amplio la mayoría parlamentaria parece estar por encima del respeto a la Constitución, entonces igual se sumaban todos los votos para aprobar normas inconstitucionales.

El resultado de esta circunstancia es un lamentable hostigamiento sobre la Suprema Corte de Justicia que ha determinado la triste imagen del edificio de la Suprema Corte rodeado de vallas para evitar posibles agresiones de grupos radicales que no aceptaron los veredictos del máximo órgano judicial.

Por otra parte, la mayoría absoluta disminuye la necesidad del diálogo y la negociación, en la medida que basta llegar a un entendimiento dentro del partido de gobierno para contar con los votos suficientes que conviertan esa iniciativa en decisión definitiva. La posibilidad de enriquecer los productos legislativos con aportes de legisladores de partidos que no están en el gobierno disminuyen sustancialmente, afectando la calidad de la democracia.

Pero los efectos negativos de las mayorías absolutas no surgen solamente de lo que estos pueden hacer, sino que también produce efectos negativos sobre lo que impide.

En efecto, el papel del Parlamento como poder institucional de control sobre el Poder Ejecutivo, garantía del buen funcionamiento democrático, disminuye sustantivamente. Las interpelaciones a los Ministros han perdido atractivo y significación puesto que se sabe a priori que la mayoría absoluta salvará la situación del ministro interpelado con independencia total de que sus argumentos sean sostenibles o correctos.

El partido de gobierno ejerce su mayoría para defender a sus ministros con independencia total de que su gestión sea satisfactoria o no. La ciudadanía se aburre de escuchar que va a haber tal o cual interpelación, a diferencia de otros tiempos en los que una interpelación generaba un hecho político importante puesto que se producía incertidumbre sobre la continuidad del ministro cuestionado.

Pero, además, la mayoría absoluta impide que el Parlamento cumpla con otra de sus funciones sustanciales en un sistema democrático, la de formar comisiones investigadoras para analizar la conducta del gobierno en diferentes aspectos.

Basta para ello recordar el caso PLUNA y sus insólitas derivaciones generadas a partir de la decisión del gobierno de cerrar esa empresa. Por mucho menos de lo que ocurrió en PLUNA (recordar el remate del “caballero de la derecha”, la garantía estatal para la compra de aviones y tantas otras cosas raras). Sin embargo, el partido de gobierno ejerció su mayoría absoluta para impedir la formación de una comisión investigadora que hubiera permitido una evaluación en profundidad de lo ocurrido y que hubiera podido determinar eventuales responsabilidades políticas o administrativas.

En lo que va de este período de gobierno, con independencia de las cosas que ocurran, el Frente Amplio ha bloqueado todas las iniciativas para formar una comisión investigadora en el Parlamento.

Así las cosas, un gobierno con mayoría parlamentaria de un solo partido es un gobierno con altos niveles de impunidad y bajos niveles de control político. Si, además, agregamos que ese nivel de impunidad se prolonga en el tiempo por una década, sus efectos perniciosos aumentan sustantivamente.

Ni hablar de lo que ocurriría si esta mayoría se reafirmara para cinco años más, alcanzando quince años ininterrumpidos.

La ciudadanía tiene la palabra para evitar la continuidad de esa mayoría absoluta, perniciosa incluso para el propio partido que la disfruta porque reduce sus reflejos de control interno.


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