Los MAX arrastran a Boeing a su crisis más dura

18 marzo de 2019


Luego de la caída de dos aviones Boeing 737, la reputación de este avión y de la compañía que lo respalda quedó dañada seriamente. El accidente de dos aparatos de la versión más avanzada de la firma en cinco meses, dejando 345 muertos en Indonesia y Etiopía, puede amenazar la existencia de la serie MAX si los pasajeros se niegan a volar.

Según publicó El País de Madrid, la multinacional de Chicago afronta la que se considera la mayor crisis en su siglo de historia y debe actuar rápido para evitar que la herida sea cada vez más profunda.

Tras estrellarse el 10 de marzo un B737 MAX 8 poco después de despegar en Adis Abeba, numerosos países comenzaron a cerrar su espacio aéreo a los vuelos de este modelo, una prohibición a la que se sumó finalmente también EEUU.
Solo en dos ocasiones se ha ordenado una suspensión de vuelos como la actual: tras desprenderse un motor del ala de un DC 10 al despegar de Chicago en 1979 y por el incendio de las baterías del B787 Dreamliner en 2013. Pero aquellas suspensiones se debieron a fallos mecánicos que escapaban al control del piloto.

Esta vez el motivo es muy diferente y mete a toda la industria de la aviación comercial en un territorio nunca antes explorado. El origen del problema de los siniestros del MAX no se atribuye solo a un fallo en la fabricación. Los primeros análisis apuntan a un problema que combina la automatización y el factor humano.

Las cajas negras del avión que se estrelló en Etiopía aún se están analizando, pero hay similitudes de este accidente con el del aparato de Lion Air en octubre de 2018 en Indonesia que afectan al sistema automático de estabilización (MCAS) y la capacidad de control del piloto.

El necesario cambio del software del sistema es, en principio, más fácil de resolver, pero requiere también que el piloto entre en la ecuación de la solución. En este caso, los pilotos deben familiarizarse de nuevo con el sistema modificado.

El matutino español informa en su crónica que el reto es enorme para el consejero delegado de la multinacional, Dennis Muilenburg, que afronta esta crisis cuando no lleva ni cuatro años en el cargo. El daño a la imagen, como señala Craig Fraser desde la agencia de calificación Fitch, “puede ser sustancial”.

Boeing tenía previsto realizar esta semana el primer vuelo de prueba del B777X, la versión eficiente del viejo bimotor de largo recorrido.

El veto global a los MAX obligó en paralelo a Boeing a poner en pausa las entregas de su modelo más popular. Los B737 salen de la cadena de ensamblaje a un ritmo de 52 unidades al mes, con la idea de llevarlos a 57 a lo largo de 2019.

La compañía, con 5.100 pedidos para este modelo, necesita mantener el ritmo de producción para que la suspensión no cree una disrupción en la cadena de suministro.

En base a El País de Madrid


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