La generacion 83 y los desafios del futuro

30 mayo de 2013


En efecto, somos integrantes de la Generación 83 los que, siendo jóvenes o muy jóvenes, nos iniciamos en la vida pública en el proceso de recuperación democrática, participando activamente de las movilizaciones y luchas contra la dictadura entre 1980 a 1985. En particular el nombre se debe a la importancia generacional que tuvo la organización de la Semana del Estudiante en setiembre de 1983 por parte de ASCEEP (organización estudiantil que refundó el movimiento gremial universitario).

A su vez, forman parte de esa generación una parte importante de los dirigentes sindicales jóvenes que en ese año fundaron el Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) que organizó el primer acto de masas desde la ruptura institucional de 1973. Y también integran esa generación aquellos que teníamos cargos de conducción en las diferentes organizaciones juveniles partidarias de aquellos años.

Es decir, una generación que corresponde a los que hoy somos cuarentones largos o cincuentones medios, es decir entre 48 y cincuenta y tantos. Fuimos una generación fundamental en los procesos de reorganización social y política democrática, fuimos sin dudas actores de primera línea en los reclamos de libertad. Proporcionamos al país de aquella época nuestro testimonio y compromiso de enfrentamiento al autoritarismo, asumiendo riesgos y reivindicando espacios sociales y políticos.

Tuvimos desde nuestro origen una fuerte experiencia de unidad, en la medida que enfrentar al enemigo común nos llevaba a priorizar acuerdos y dejar de lado nuestras diferencias, que obviamente existían. Pero esa experiencia de unidad en la diferencia es una de las “marcas de fábrica” generacionales que forma parte de nuestro patrimonio propio y que puede ser muy importante en los tiempos actuales y venideros.

Además, tuvimos la fortuna de vivir en el arranque una gran victoria con la recuperación democrática. Nacimos con el triunfo del NO en el Plebiscito del 80 y vivimos intensamente el proceso de movilizaciones y festejamos año tras año, hasta llegar a marzo de 1985 con la instalación de un gobierno democrático.

Ciertamente, los empujes restauracionistas de un país dramáticamente aferrado al pasado determinaron que las viejas generaciones ocuparan espacios mayores a los deseables y se reinstaurara una mirada con más nostalgia que porvenir.

Sin embargo, transcurridos los tiempos, muchos de los integrantes de esa generación hemos ido asumiendo lugares de trabajo con crecientes niveles de responsabilidad.

Hoy es posible observar que en casi todos los partidos, los cargos de conducción han quedado, en buena medida, en manos de integrantes de aquella generación. Así sucede en el Partido Nacional y en el Partido Independiente. En el caso del Partido Colorado es menos visible porque su principal líder notoriamente no participó de la lucha por la recuperación democrática, aunque otros dirigentes de peso, como los Senadores Ope Pasquet, Amorín Batlle o Tabaré Viera formaron parte de esa generación, participando, desde su tienda política, por la lucha democrática.

En el Frente Amplio el espacio de conducción y liderazgo principal aun reside en dirigentes de la generación anterior. Sin embargo, eso no ha sido obstáculo para que muchos referentes del 83 asumieran cargos de gobierno relevantes. Desde esa perspectiva resulta muy interesante esta iniciativa de la Nueva Agenda Progresista porque quienes la impulsan han decidido identificarse expresamente como integrantes de aquella generación.

Lo más importante es que, mientras algunos continúan discutiendo sobre las responsabilidades del pasado, los integrantes de la Generación 83 estamos, desde las diferentes posiciones políticas e ideológicas, trabajando por el Uruguay del futuro.

También debemos reivindicar la vigencia de aquel rasgo constructivo, que en la lucha contra el autoritarismo nos “marcó a fuego”, que consiste en la posibilidad de encontrar puntos de encuentro, diálogo y acuerdo más allá de las diferencias existentes.

No es casual que, aunque sea más bien tarde porque este es un país de viejos, hoy confluyan las circunstancias para que los que hace treinta años celebrábamos juntos la Semana del Estudiante y las movilizaciones que terminaron en el glorioso Acto del Obelisco, ahora tengamos la oportunidad de tomar las principales decisiones sobre el futuro de nuestro país.

Sería muy importante que tuviéramos la lucidez de encontrar las coincidencias y los entendimientos que permitan superar algunos bloqueos sustanciales que impiden a nuestro país consolidar un cambio cualitativo hacia el desarrollo. También sería importante contar con la lucidez suficiente para dejar espacio a las nuevas generaciones que, como siempre en la vida, también traen su específico aporte.

Quizás sea una buena cosa que en setiembre de este año, al celebrar los treinta años de la Semana del Estudiante, realicemos un evento que permita reencontrarnos a todos los que vivimos aquellas experiencias tan fuertes y, superando las trincheras ideológicas y partidarias, generemos ámbitos de reflexión abiertos y plurales sobre el futuro del país. Está lanzada la iniciativa.

Por Pablo Mieres


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