El país del "no se puede" o el país del "yo no puedo"

16 mayo de 2013


Pues bien, esta semana decidió explicar por qué no logra concretar prácticamente ningún cambio relevante en su gobierno. El problema es que este es un país del “no se puede”, es decir que los obstáculos para llevar adelante cualquier cambio son de tal entidad y, además, están tan metidos en la “idiosincrasia” de la gente que no se puede cambiar nada. Con esta excusa justifica la incapacidad de lograr cambios sustanciales en todos los temas principales que formaban parte de la agenda al comienzo de este gobierno.

El problema es que quien esto afirma es el Presidente de la República que le pidió el voto a la gente para hacer cambios y para mejorar las condiciones de vida de la gente. El problema es que quien dice que este es el país del “no se puede” es el mismo que anunciaba “un país de primera” como plan y como propuesta electoral. El problema es que si José Mujica pensaba que este era el país del “no se puede”, no se entiende por qué quiso ser presidente cuatro años atrás.

Pero el principal problema es que el Presidente ha descreído de su posibilidad de hacer nada cuando todavía le quedan casi dos años de mandato. Sin embargo, como otras señales que han ido emergiendo en los últimos meses, esta afirmación es una especie de confirmación de que ya nada más se puede esperar de este gobierno.

Lisa y llanamente, si para el Presidente en este país “no se puede hacer nada”, entonces no queda otra que esperar dos años más hasta que llegue otro que sí crea que es posible hacer cosas y cambiar las realidades.

Es curioso, porque muy pocos gobernantes tuvieron tantas condiciones favorables para realizar sus planes y proyectos. Muy pocos gobernantes en la historia de este país contaron con mayorías parlamentarias estables durante todo el período. Muy pocos gobernantes tuvieron durante todo el período un clima económico y social tan favorable como el que ha gozado este gobierno. Muy pocos gobernantes tuvieron la disponibilidad de recursos económicos públicos tan abundantes como los que ha tenido disponible este gobierno.

Sin embargo, el Presidente nos dice que este es el país del “no se puede”. Si uno se tomara en serio esta frase (el problema es que el Presidente dice tantas cosas distintas y contradictorias que cada vez nos tomamos menos en serio sus palabras) deberíamos concluir que el Presidente piensa dar un paso al costado, en la medida que si nada hay para hacer o cambiar, si todo es imposible, entonces el mandato ya no tiene objeto.

Sin embargo esta frase se toma como una “ocurrencia” más de nuestro pintoresco Presidente. Por lo tanto, nadie espera que a continuación de esta afirmación se produzca su consecuente conducta.

Pero lo más grave de la afirmación referida es que pretende trasladar la culpa a la sociedad, eludiendo su propia responsabilidad. Acá no se puede hacer nada porque el país tiene el problema; somos como somos y por eso no hay forma de lograr los resultados necesarios. No es un problema propio, sino que le traslada la responsabilidad a ese genérico anónimo que es el “cómo somos los uruguayos”.

Ahora bien, sin embargo, este está muy lejos de ser el país del “no se puede”. Por el contrario, es un país en el que es posible hacer muchas cosas, es un país en el que se han hecho muchísimas cosas y se han instrumentado una enorme cantidad de cambios y transformaciones; sin el vértigo de otras sociedades, pero con la consistencia correspondiente.

Enumeremos algunas de las cosas que se pueden y deben hacer. Es posible cambiar la educación, que está en una situación catastrófica desde hace ya largos años, para convertirla nuevamente en un instrumento de innovación y capacitación de las nuevas generaciones para los desafíos del futuro. Es posible revertir las condiciones de inseguridad. Es posible reformar con un sentido moderno y profesional el funcionamiento del Estado. Es posible apostar a un relacionamiento internacional abierto y plural que permita abrir cada vez más oportunidades de crecimiento. Es posible dar nuevos saltos cualitativos en nuestra infraestructura que permita acompañar el crecimiento económico de los actores empresariales y de los sectores más dinámicos de nuestra economía. Es posible transformar nuestras políticas sociales en motores de reintegración social.

Para ello es imprescindible, además de contar con el apoyo popular y el poder político e institucional correspondiente, sostener una voluntad política firme, estar dispuesto a enfrentar y superar las resistencias a los cambios que están presentes en todas las sociedades y construir los acuerdos básicos fundamentales para sostener las transformaciones.

El que no crea que es posible cambiar las cosas, ciertamente no debería dedicarse a la política.

Pablo Mieres


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