Comienzo de clases el desastre de cada año

2 marzo de 2013


¿Qué es lo que van a festejar? ¿El caos organizativo que ha llevado a que en Secundaria las clases comiencen en forma insólitamente escalonadas, cosa de marear a todos los estudiantes y docentes que no sabrán bien cuando tienen que empezar las clases? ¿O quizás, se busca celebrar la decepción de cientos de niños que fueron hoy a sus respectivas escuelas para encontrarse con que las clases fueron suspendidas por problemas locativos? No, de repente, se quiere festejar que las clases en Primaria empezaban hoy, pero ya el lunes no habrá clases porque tocará el inefable paro de comienzos de clases.

¿Qué es lo que van a festejar? ¿La postergación de la elección de horas en Secundaria por incapacidad de gestión, por lo que en muchos liceos no están asignados los cursos y muchos docentes todavía no saben donde les toca? ¿O se va a festejar que estando los recursos disponibles, nuevamente hay un elevado número de locales que no están en condiciones de comenzar las clases?

Quizás se busca festejar los resultados educativos que muestran cada vez peores indicadores en lo que tiene que ver tanto con la cobertura como con la calidad de la enseñanza.

En definitiva, el comienzo de cursos es nuevamente el desastre de cada año. A tal punto que los medios de comunicación podrían calcar las noticias con respecto a varios años para atrás. Sin embargo, la ANEP festeja con una fiesta el descalabro manifiesto de nuestro sistema de enseñanza, gastando recursos y tiempo que debería estar concentrado en lograr aunque sea alguna mínima mejora de la situación actual.

Por supuesto que, en condiciones normales, el inicio de cursos debe ser motivo de festejo. Pero el pequeño detalle en el que parecen no haber reparado las autoridades es que para festejar, primero hay que lograr resultados positivos.

No se puede festejar el desastre. Hay que tener en cuenta la situación de padres y madres que hoy se encontraron con que tiene que ver qué hacen con sus hijos porque le suspendieron las clases repentinamente, o qué harán el lunes cuando las escuelas permanezcan cerradas por un nuevo paro de actividades.

Seguramente más de un niño o adolescente se preguntará por qué se festeja si no ha podido entrar a un centro educativo y no sabe bien cuándo habrá clases y con qué continuidad.

Entonces, el festejo se convierte en una verdadera “tomadura de pelo” a los ciudadanos y, en particular, a los niños y adolescentes de este país.

Estamos cada vez peor, porque esta respuesta de las autoridades del sistema demuestra un grave problema de creciente enajenación con respecto a la realidad que vive la educación pública que ellos, supuestamente, dirigen.

 Ahora, además de los graves problemas que indican que la educación uruguaya está en situación de catástrofe, se agrega la incapacidad de las autoridades de reconocer esta situación dando una respuesta que, como mínimo, debe ser calificada de evasiva y autista.

Bien se dice que el primer paso para resolver un problema es reconocer su existencia y percibir su entidad. Esta iniciativa, por el contrario, muestra una creciente distancia entre la visión de las autoridades y la realidad efectiva que vive nuestra educación.

Lamentablemente, la ausencia de respuestas concretas a los gravísimos problemas de la educación le quita toda legitimidad a esta increíble iniciativa, propia de quienes no aciertan a mejorar la situación de un area que es estratégica para el futuro del país.

Cada vez es más fuerte la sensación de que lamentablemente en este  tema, como en varios otros, muy poco se puede esperar en lo que queda del actual período de gobierno.

Lo que más nos duele es que ello significa el grave riesgo de afectar las posibilidades de crecimiento e integración de las nuevas generaciones de jóvenes y adolescentes de nuestro país.

Por Pablo Mieres


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